martes, 30 de diciembre de 2014

La llegada









La llegada

De mala manera, la mujer ya cansada e irritada la arrancó de la teta de su madre.

Pequeñita, gimió su queja digna y felina.

Se sintió arrojada al invierno frío e inhóspito.

Y sintió eso. La fuerza interior de sus ancestros gatunos que la amaban desde su corazón de minina.

Negra, renegrida, azabache, sus ojitos celestes imaginaron el calor de un hogar y la caricia sanadora.

Desde su caminar sin rumbo, sintió el llamado de un nido amante que la esperaba. Maulló, maulló esperanzada frente a la ventana cerrada.

 Y sucedió el milagro. Un jovenzuelo soñoliento y dulce abrió la falleba y la tomó de la pancita suave y peluda. Se sintió amada.

El chico, en boxers con duendes la llevó a la cocina y le entibió leche. La minina sació su sed de madre en un instante.

Después, se acurrucaron juntos  en la cama y comenzaron a vivir esta historia de amor que recién comienza.


Esta es la historia verdadera de Radamel, mi gata negra, y mi hijo segundo, Francisco. Dedicada, con amor, a ellos dos.

Puta del alma

Puta del alma
A mis catorce años, mi madre accedió a enviarme a la corte del Rey de Francia.
Mi padre quiso abusarme varias veces, y mi madre buscó cuidarme de esa manera. Es lo que pudo, en ese momento, en ese contexto.
Silvestre y sofisticada como un lirio del campo, mi gracia natural y mi cultura deslumbraron a la nobleza.
Dominaba con facilidad variados conocimientos, era luminosa por naturaleza.
Fui feliz en ese lugar, hasta mis dieciocho años. Los poetas, músicos y pintores me respetaban.
El Rey, ya mayor, me cuidaba con celo. Sagaz, vio en mi a quien pudiera alegrar sus días con mi mundo sensible, que él empezaba a valorar, como hombre, en su madurez de varón profundo y sabio.
Cuando crecí, vino la debacle. Mi ingenua e inocente seducción de doncella, convocó a los demonios. Un conde sin valores, me tomó una noche como  su pertenencia.
El Rey se enteró tarde. Y puso las cosas en su lugar.
Mi hijo nació, precioso y dulce. Con cariño de guardiana, lo amamanté y lo cuidé hasta que el niño cumplió un año.
El conde se llevó a mi hijo, vivaz y despierto como yo, cuando ya no le serví como nodriza. Para entrenarlo como palafrenero, el hombre que cuidaría sus caballos.
Mi alma quedó destrozada en mil trozos pequeños, quemantes de dolor como una brasa, roja y oscura a la vez.
Me enojé con todo. Con los nobles, con los hombres, con la Vida.
Me sumergí sin límites, en una ciénaga de vino, opio y sexo, sin medida y sin sentido.
Diez años después, con mi lozanía intacta por la intensidad con que viví la vida, otra cortesana tuvo  una niña, y la trajo a mi nido de madre.
Reviví, renací. La amé como si fuera mi hija, la mimé, la eduqué.
Con mis manos y mi boca de hada, le enseñé bellas palabras de dulzura y paz. La niñita era muy tranquila, inteligente, activa. Serena y alegre.
Y vino después otro golpe de la vida.
Mi hijo, con su padre, vino a una fiesta.
Feliz y segura de mi misma, me presenté como su madre. 
Me miró, seco. Sin palabras ni gestos. Y siguió su camino.
Me sentí poca cosa, despreciada, humillada por el hijo amado.
Y cuando la niña fue a vivir con su padre a otro lugar, decidí que ya era demasiado.
Volví a los parajes de mi infancia. Me casé con el boticario del pueblo, con quien tuve una vida acompañada y con cariño.
Hasta mi último suspiro, pedí al Padre del Cielo y a la Madre Natura, que me dieran en otro lugar, en otro espacio, una segunda oportunidad, más alegre y dichosa.
Y aquí estoy hoy, contándote a vos, a este y a aquel, esta historia con final feliz.
Para mí y los que amo, en este presente de armonía.


viernes, 19 de diciembre de 2014

Fidelidad y Libertad

Fidelidad y Libertad
Hoy, voy a reflexionar acerca de dos valores, que en el mercado social van cotizando …de a poco…en alza!!! Son sumamente importantes, son la base de la confianza en cualquier tipo de relación.

La fidelidad y la libertad son claves para el desarrollo.

La otra cara de la moneda de la libertad, es la responsabilidad.

Soy libre, cuando soy responsable de mis actos. Cuando me cuido y cuido adecuadamente mi entorno. De la mejor manera que puedo, hasta donde puedo.
Soy libre, cuando a cada momento, soy consciente de lo que estoy eligiendo.

Elijo donde vivir, con quien, como, donde, de qué manera.  Elijo, porque soy libre. Construyo a cada momento mi presente y mi futuro. Con las herramientas que me dejó mi pasado. Si hoy, elijo tomarlas y hacerlas mías.

Cuando no soy fiel a  la confianza del otro, al mismo tiempo me traiciono a mí misma. Traiciono mi luz, mi belleza interior.

Y si me traiciono, me estoy desvalorizando, me estoy menospreciando.

Una reflexión aparte se merece la fidelidad en la pareja. Si soy fiel a mí misma, seré fiel al otro. Si la relación no funciona, puedo alejarme sin traicionarme ni traicionar al otro.

Si traiciono a mi pareja, la falta de cuidado volverá a mi vida. De otra manera. Quizás en una traición económica, laboral, amistosa. Hasta que aprenda a serme y  a ser fiel.

Cuando una relación de pareja o de otra índole  ya no me nutre, me alejo y punto. Tomo distancia, la distancia suficiente y adecuada.

 Si me expongo a que el otro me traicione, sucede lo mismo. Me subestimo, y el otro también me subestima…y sí…

Un error muy caro de pagar es la traición a mí misma. Cuando niego mi luz y mi Ser divino y sano.

Si estamos atentos, aprendemos de los errores. Nos perdonamos, porque fue lo mejor en ese contexto y en ese momento. Y cambiamos de forma de ser, mejoramos, y seguimos nuestro camino de vida.

Comenzamos  a apreciarnos, a valorarnos. Nuestros senderos empiezan a poblarse de personas nutricias, que se valoran y nos valoran.

La fidelidad es un valor de la Madre Naturaleza. A veces nos metemos en situaciones confusas, con personas poco claras, donde nos exponemos a ser sacudidos por la Vida. Esas personas son espejos de facetas nuestras, poco sanas, poco iluminadas, poco observadas,  a las que debemos ponerles consciencia interna.

Si nos despertamos y vemos nuestra luz, nuestros tesoros interiores, aparecerán personas fieles a sí mismas. Que nos acompañarán en nuestro proceso de liberarnos de viejas ataduras emocionales.

Por esto digo,  que la fidelidad al Ser Interno, Creador y Sano, trae de la mano nada menos que la libertad!!! Nuestro don más preciado.


martes, 21 de octubre de 2014

Una de hormigas

Una de  hormigas

El gigante, tatuado, largo y veloz, pasó la cortadora de césped, rugiente y voraz sobre la colonia de hormigas coloradas. Voló la tierra, volaron los huevos recién puestos.

Por si no lo sabías, las hormigas coloradas, sí, esas las que pican tanto, controlan a las negras, las “podadoras”. Estas, a su vez, podan a las plantas que sienten “sed” o “hambre”. O falta de amor y atención, sencillamente. Para que no sufran. Así es Madre Naturaleza, tan ecuánime, ella…!!!

Cuando el jardinero voló el hormiguero, la Reina, solemne, pidió justicia y misericordia para su tribu y para el enemigo.
--Que lo que tenga ser, sea--, dijo, digna y serena.
Conocía su poder, diminuto y potente, y confiaba en Madre Natura.

Crecían unos pizingallos cerca del hormiguero. La  dueña de  casa los tenía más o menos controlados, gustaba de comer sus frutitos dulzones en los cálidos diciembres.
El gigante, conocedor y respetuoso de los gustos del ama de casa, quiso esquivarlos. Y en un gesto poco calculado, cometió el error fatídico. Levantó la máquina sobre dos ruedas, quiso cambiar la dirección. En el camino, se encontró sobre su pie derecho. Se escuchó un ruido estremecedor. Y el grito, la puteada. Todo se sincronizó en un solo acto. La dueña salió presurosa, el joven se sacó la zapatilla, y del dedo gordo se vio salir la sangre rutilante a borbotones. Los cuidados atentos y rápidos, el viaje al hospital, el dedo con su cabeza decapitada, limpiado, curado y vendado con delicadeza y amor.

Más tarde, cuando el gigante y el hada madrina volvieron al lugar del hecho, vieron el pedacito de dedo con uña que marchaba hacia el hormiguero, llevado por los pequeños insectos, en un acto justo de respeto propio y ajeno.

El gigante, la dueña, y el hada madrina rieron, entre azorados y aliviados.

Y fue la paz.





sábado, 6 de septiembre de 2014

El Toti de La Placita del Piso

El Toti de La Placita del Piso
            Es una de las muchas luces de mi pueblo.
            Periodista, movilero, actor de teatro, activista barrial y comunitario, a mí me moviliza su humildad de hombre sensible y expresivo, activo y constructor.
            Siendo como soy, una promotora de los abrazos sentidos en la calle, cuando nos encontramos con El Toti, desensillamos los dos nuestros bártulos y bagajes y nos damos un abrazo, respetuoso y con límites.
            Una vez, hace años, lo vi, un día lluvioso, andar en bicicleta con paraguas, haciendo equilibrio.
            Con mi formación académica, sé que es una perla de la coordinación psicomotriz corporal. Un destacado, un distinguido equilibrista. Cuando además, lo hace sonriente y relajado, es un lujo de la naturaleza. Un regalo para los ojos.
            Deseé mostrar esta joya al mundo, y soñé durante años con esa imagen. Santiago, mi huésped por estos días, plasmó el sueño.
Y comparto la imagen de El Toti de La Placita del Piso, esquivando charcos y sonriéndole al mundo en bici y con paraguas.

 
 El Toti, nuestro distinguido equilibrista local

lunes, 25 de agosto de 2014

El poder

El Poder

Dedicado a David.

Menudo, tamaño tema para abordar.
Muchas veces he dicho que soy una mujer poderosa, y lo reafirmo una vez más. Seguramente vos también lo sos.
Poderosa, porque despacito, paso a paso, cumplo con mis mejores y más amorosos sueños. Con tu acompañamiento y el del Universo.
Esta mañana escribí sobre la parte oscura, también, del poder. El poder falso que sentimos cuando dominamos al otro. Cuando lo humillamos sutilmente, cuando lo tenemos bajo nuestros pies. Te cuento: hay que ser infinitamente honesta con una misma, para ver claramente esto. Generalmente, la dominación, la manipulación, las ejercemos con los que tenemos más cerca y están por debajo de nuestro nivel social y cultural. Cónyuges con menos estudio o dinero, hijos, hermanos menores, empleados, gente enferma.
Humillo y domino, cuando tengo algo que el otro necesita de mí y no tiene. El manejo del dinero, de los bienes materiales son ejemplos. También la expresión del amor y el afecto (enfermizos, claro!) son bienes intangibles que se pueden poner en juego la manipulación.
Si domino y manipulo en una relación, seguro soy dominada y manipulada en otro lugar. Esto es muy visible en el escenario político. Si el político domina y manipula al pueblo con el dinero fácil, a su vez es dominado y manipulado en otros aspectos. Los fondos buitres, el campo, los sindicatos… todos actores siniestros en la danza macabra donde todos somos perdedores y todos somos corresponsables.
Aclaro: no culpabilizo a nadie yo también soy, honestamente responsable.
Mi cuota responsabilidad es hablar claro, y la ejerzo. Con poder. También yo he humillado y me he dejado humillar. Y suelto esos viejos malos hábitos.
Cuando humillamos a otro, cuando lo controlamos, nos sentimos falsamente fuertes. Eso no es poder ni fortaleza. Es simplemente manipulación, dominación. Otra cosa.
Poder, es poner miel en mis heridas hasta sanarme por dentro y estar en paz conmigo misma y el mundo.
Poder, es comprender que soy una persona diferente y además saber, creer, sentir que soy una con vos.
Poder, es poseerme cien por cien a mí misma, aun con esas partes que no me gustan y que a veces evito mirar.
Poder, es tener la capacidad de construir un mundo sano y feliz con los demás.

Simplemente el poder es esto.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Espejo de Navidad




Espejo de Navidad

La mitología cristiana es muy rica y sabia.

Habla de una divinidad tan humilde y bella que encarna su amor en un bebé que nace en un cobertizo para animales.

Ese mismo niño hecho hombre, nos enseñó a no mirar la paja en el ojo ajeno, sino la viga en el propio. Esta metáfora nos dice que aquello que nos interpela, que nos molesta o que nos fascina en las personas con las que nos relacionamos, es lo que tenemos adentro, y que nos cuesta ver porque no tenemos aún aceitado el hábito de la mirada interior.

Este Jesús niño viene a mostrarnos nuestra alma divina.

Ese ser radiante de amor y belleza, también somos nosotros cuando nos conectamos con nuestra esencia.

Los mandatos sociales y familiares suelen alejarnos de nuestro camino interior. La orden es ser afectos al trabajo, a la perfección, a la sobreexigencia. En algún momento, temprano o tarde, nos damos cuenta de que ese no es el rumbo.

Comenzamos a anhelar la libertad interior y exterior, el aire, el vuelo creador. Y aparecen los espejos. Esas personas hermosas que nos inspiran, que nos abren mundos, que nos muestran quienes somos en realidad, cuando soltamos la falsa ilusión del ego.

El niño de Belén vino a eso, a recordarnos que también somos hermosos y libres, sanos y luminosos.

En mí y en vos está el poder milagroso de tomar las decisiones para seguir construyendo un mundo amoroso y feliz.

Este regalo, sólo vos te lo podés hacer. No hay otra.

 

lunes, 2 de diciembre de 2013

Acuarela de mujer

                                 Reloj tallado hace 12 años por mí, y pintado ahora por una de mis                                        hermanas, Ninette.

24/11/13
Acuarela de mujer

Celebro,
ahora,
mi femineidad encontrada.
Mi flor
de lirio silvestre,
amarilla.
Mi caracola matutina.
Festejo, feliz,
la delicadeza sutil
de mis manos,
sanadoras y puras.
Porque soy hembra
de raíces profundas,
en esta tierra fértil
que deshoja
perfumes de azahares.
Y doy a luz
milagros de amor
en mi cuerpo
embarazado de gracia.
Porque hoy
me encuentro mujer
plena
y sencilla.
Como la ola de mar
que en un instante es una,
y al momento es otra.
Y siempre,  siempre es agua.

Emma Violeta Chauvy Barolin






martes, 17 de septiembre de 2013

Dicen que el amor fue inmenso...


                                                        Princesita...otro estilo...!!!
 
 
17/09/13

Dicen que el amor fue inmenso…

Me llegó la historia a través de unos dichos.

El  cacique y la abuela alemana.

Recio, él. Esbelto y de pocas palabras. Llevaba a su tribu por caminos de paz y abundancia, con mano firme y segura. Con un toque dulce en sus ojos grandes. Pacífico y discreto. Y bien dispuesto.

Experta en el comercio y en el cultivo de la tierra, aprendido de los guaraníes, su tribu aparecía como una sombra en el paso obligado de otros pueblos en tránsito.

Ella, bonita y sencilla. Rubia y con ojos que destellaban brillos de agua, coqueta y femenina. De una anciana tía, había aprendido el arte de sanar con la escucha, la palabra y las manos. Serena, en la cocina sus manos alquímicas cocinaban carnes milagrosas y sopas que revivían a los caídos.

Coincidieron, un invierno, en la orilla de un arroyo que hoy llaman del Esquivel.

Los encuentros, respetuosos y frescos, se repitieron. Hasta que un día, allá por la quinta cita, quisieron seguir el camino juntos.

Mi ángel me contó que decidieron legar a una descendiente las mejores dotes de ambas sangres.

La mujercita, hoy, doscientos años después, habita mi casa. Su risa cascabelea tempranera junto a las luces del sol del equinoccio que se acerca con sus flores.

Dicen, que sus ancestros la cuidan con devoción poderosa, y llenan de amor y bendiciones a quienes la acompañamos.

Yo, sé  que es verdad.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Poniendo luz en las manipulaciones


03/09/13

Poniendo luz en las manipulaciones

Las manipulaciones son una forma muy sutil de dominio y manejo de la voluntad y la vida de otra persona pasiva, que se deja manipular. Ambas partes ganan atención, y pierden poder y dignidad.

Con hilos invisibles ejercemos nuestro poder sobre otro ser humano que tiene necesidad de afecto.

Cuando vemos afuera, en otros,  las manipulaciones, y nos molesta mucho, es porque también es un mal hábito nuestro que nos resistimos a ver.

Es usual que depositemos en el poder político el cartel de manipuladores por excelencia. O Cristina, o Moreno, o la oposición, o los medios, o los Estados Unidos o cualquier dictador que ande por ahí se lleva el título de manipulador. Sin atrevernos a ver lo real y profundo: que en nuestro interior también hay un “poder central” que tiene la vieja costumbre de manejar a otras personas.

Es muy desagradable vernos a nosotros mismos como manipuladores, por eso es más sencillo verlo en otros, afuera,  como siempre. Pero es infantil y más desagradable aún quedarnos en la negación. Y mucho más dañoso para nosotros y para los demás.

La enfermedad y la víctima son las formas más frecuentes de manipulación. Estos estados generan lástima y atención. Las personas nos conmovemos ante el necesitado, y nos halaga el ego sentirnos necesarios y ayudar al otro.

El enfermo, la víctima, se perpetúa en el rol, en un círculo vicioso,  salvo que despierte y se vea a sí mismo.

Esto funciona así para las enfermedades físicas, mentales y sociales.

El ser menesteroso es un estado que da lástima, y generalmente se perpetúa el rol. El que da se siente generoso y magnánimo, y el pobre sigue siendo pobre.

Y siempre que se es manipulador en una relación, se es manipulado en otro lugar. Por eso es bueno poner luz en este hábito nefasto en nosotros.

Hay una solución, como ya dije. Es desactivar esta conducta inconsciente en nosotros poniendo conciencia en esta forma de ser. Darnos cuenta de nosotros mismos en estos lugares. Estar atento a no repetirla. Y tomar distancia de quien nos manipula. Para no caer en sus hilos.

Papel, lápiz, y lista de relaciones cercanas. Introspección y examen de conciencia profundo y honesto.

La luz en nuestro espíritu es el camino al dominio propio y a la felicidad.

El Sol viene Asomando





lunes, 12 de agosto de 2013

Ser perspicaz


10/08/13


Ser perspicaz

El español es un idioma muy rico en matices.

Me encantan las palabras, es mi mundo.

Nacida en una familia de descendientes de europeos, de hábitos duros y rígidos, con su amor y su dulzura a la vez, me refugié en la lectura.

La perspicacia no estaba dentro de los valores de la cultura familiar. Se iba del extremo de desconfiar de los empleados siempre, o de los desconocidos, a confiar ciegamente en los allegados o en amigos. Craso error.

La perspicacia tiene que ver con el olfato emocional, con la intuición. Con el límite, con la prudencia. Con la calma, con la serenidad. Con el instinto de defensa aguzado y despierto.

Es relacionarse o estar “hasta ahí”, no demasiado cerca. Ni demasiado lejos como el desconfiado.

Es “ser vivo”, diferente de “ser avivado”.

Tener perspicacia es relacionarse con todo el mundo, hasta ese lugar donde ni puedo ni me pueden hacer daño.

Es observar, y soltar, la ingenuidad infantil que nos lleva a exponernos y transitar dolores innecesarios.

Es cuidarnos, protegernos a nosotros mismos.

En síntesis, ser perspicaz es amarnos.



Emma Violeta Chauvy Barolin

jueves, 25 de julio de 2013

Historia de un amor de entrañas

Perro culpable con cara de "yo no fui".

Un amor de entrañas...:)



12/07/13

Historia de un amor de entrañas

Miró a su ama con ojos de miel. El pasado quedaba atrás.

 

Había sido destetado a muy temprana edad. Apenas había mamado de la leche materna. Su dueño lo compró por mucho dinero. Era un cachorro precioso, con sus orejas grandes y lacias como las hojas de un sauce llorón.

Pronto había crecido. Y comenzaron los problemas. Por instinto y naturaleza, era un perro familiero y tribal. Necesitaba del afecto humano. La mano en la cabeza, los juegos a veces torpes y bruscos que hacen los perros y los hombres. Can Can ladraba él solo como toda una jauría. Era muy expresivo. Quería comer, o beber agua fresquita, o salir a la calle a soltar sus deshechos, y ladraba, fuerte y decidido. Apabullaba, con sus ladridos…

Su dueño, estaba cansado. Llegaba del trabajo, agotado, y el perro pedía atención…era demasiado para él. La casa era pequeña, y el cachorro muy vital…mala combinación.

Y además, el perro del vecino…Can Can se encontraba con él cuando se escapaba por el portón del fondo….y la gresca era segura.  Ambos perros competían por el mismo territorio.

Hasta que un día sucedió lo previsible. Los dos perros se encontraron en el fondo. Y fue la batalla, casi fatal. Can Can—Yavú, era su nombre en esa época, “Fuerte” quiere decir en un idioma ya olvidado—mostró los dientes mientras ladraba enfurecido. El mastín del vecino contraatacó. Los dos contendientes, con toda su sangre guerrera, danzaban la danza del dominio y de la muerte. El combate era parejo. Ninguno se exponía más cerca de lo conveniente. Sabían que la lucha no tenía final feliz para los dos.

La batalla se prolongaba, y Can Can, más joven y menos experimentado, se estaba cansando. Y erró. Largó un tarascón y mordió la oreja del rival. Este sintió tocado su honor perruno. Y con su instinto de lobo, fue a la garganta de Can Can. Mordió, seguro de la victoria. Clavó profundo los colmillos certeros. El cachorrón sintió que se ahogaba. Era fuerte la presión. Dolía. Mucho. Se sintió desfallecer. Los dientes no aflojaban. Y en un momento, sucedió lo inesperado. Can Can, con todo su instinto de vida, mordió la pata trasera del perro, que le quedó cercana. Ya no cejó.

Cerró sus ojos, y vio  a la gentil mujercita que le diera leche y queso el verano pasado. Sintió sus manos amorosas en la cabeza. Y percibió, con su imaginación canina, como sus manos potentes de hembra abrían la boca de su enemigo. Se quedó aferrado a esa imagen. Y sucedió el milagro. Las fauces del contendiente comenzaron a aflojarse. Can Can, poco a poco, empezó a respirar. Soltó la pata del perro, lentamente.

Ambos animales se alejaron, la dignidad a salvo.

Goterones de sangre salían de la garganta de Can Can. La muerte lo había rozado con sus alas blancas, y él había reconocido su fibra de guerrero.

Una mosca azul y brillante sobrevolaba su cuello.

Pero eso es relato de otro cuento.

 

Emma Violeta Chauvy Barolin

viernes, 28 de junio de 2013

Buenas noticias, o haciendo el Viaje del Héroe



17/06/13

Buenas noticias, o

Haciendo el viaje del héroe

 

Dos ángeles viajeros andan por La Paz.

Me los encontré hace un rato.

Estaban sentados en la vereda comiendo tortas negras. En la esquina del semáforo de la entrada. La esquina del noreste, frente a lo de Carlitos Jaime.

Pasaba yo para el puerto, y los vi con sus mochilas rojas y negras. Jovencitos, casi adolescentes aún. Sucios, pero luminosos. Nico y Franco, se hacen llamar estos ángeles. Hacen malabares con unas pelotas de tenis. Y reparten sonrisas y buena onda.

--¿Viajando? –fue mi pregunta para acortar las distancias. Y asienten.

--Suerte!!!—les deseé con mi sonrisa cómplice de mujer cuarentona.

A la vuelta de mi diligencia, mi corazón se conectó. Crucé la calle y les di un dinerillo.

Entablamos una pequeña conversación amena. Nico era el lenguaraz, y Franco le hacía el soporte.

Habían salido, Nico de Mendoza y Franco de La Pampa. Se encontraron en Córdoba, y llegaron a Iguazú.

Daban la impresión de no haber tenido una buena ducha caliente en una quincena. Hermosos, igual. Radiantes. Bellos. Sanos. Frescos. Y libres.

A veces, lloro. Lloro porque tengo miedo de ver esta hermosa Pacha Mama que amo, más triste de lo que la veo a veces. Y cuando le pido señales al Cielo de que mis sueños son el buen camino,  me contesta así.  

Y envía dos seres ricos, con olor a  intensidad, que me brindan una bocanada de amor, fe y esperanzas.

Mis ojos, cansados generalmente, tenían alivio y un  nuevo brillo cuando llegué a casa.

Las cosas vuelven a su lugar saludable y original.

viernes, 14 de junio de 2013

Decidir la vida de a dos


 
 

                                        Portarretratos vacíos...soltando el pasado...de a poco...
 
 
14 de Junio de 2013

Decidir la vida

Se sentía nerviosa. Tenía necesidad de moverse, de liberar esa cosa gris que le atenazaba los músculos de los brazos y las piernas.

Hacía días que estaba así. Inquieta, sensible. La vida la ponía en la encrucijada.

Prendió un cigarrillo. Nunca había fumado. Fue su primer y única seca. El asco le dio arcadas.

Se metió bajo la ducha, la mente volaba por Júpiter. No podía concentrarse ni disfrutar del baño tibio.

Era el momento de decidir entre  su antiguo amor de adolescencia, devenido adulto, o la nueva oportunidad que la vida le ponía enfrente.

Su nuevo cortejante era agradable al trato. Un poco charlatán, nada grave. Muy solícito y amable. Un caballero. Muy dulce y considerado. Y muy decidido.

Pero ella recordaba a su amor. Las noches de pasión en el reencuentro, los sueños, las ilusiones que nunca se habían llevado a cabo. Los bombones, las flores. No hubo viaje a México ni planes de a dos. Nada. Sólo palabras. Y dudas de parte de su viejo compañero. Nunca había respondido a sus pedidos de más intimidad. Siempre terceros. Agradables terceros en amenas reuniones. Pero intrusos al fin.

Y de pronto, la idea. Sencilla pero fuerte.

Tomó el portarretratos pequeño, con  su foto, que guardaba celosamente sobre la mesita de luz. Sacó la foto de su amor, y la puso boca abajo en un cajón, junto a los CD. Como en penitencia. Como el pueblo pone a sus santitos cuando no responden sus ruegos.

Ya no había imagen que convocara a los recuerdos.  

Tomó un té de manzanilla con miel.

El primero de los dos que llegara sería su amor de la madurez.

Ya no había gualicho ni maldición que la pusiera en duda.

Estaba aliada con el Universo.

Y se alivió. La pequeña acción decidida la había calmado.

Salió al patio, y empezó a escribir la nueva vida.

El sol salió entre las nubes oscuras de junio.

 


 

jueves, 30 de mayo de 2013

La pausa de los años


La pausa de los años

Hoy, tengo una madre viejita. Y dos hermanas mayores que yo.

Como todos los seres humanos, como cada familia, tenemos nuestras luces y nuestras oscuridades.

Con la particularidad de una progenitora que nunca pudo asumir su rol de madre de hijas adultas.

Siempre nos colocó en lugares de víctimas: a esta de los golpes de la vida, a la otra de la enfermedad, a la de  más acá del trabajo. Nunca pudo acompañarnos en la salud, para prevenir. Tener alguien sufriente y cuidarlo  era su razón de ser.

Hoy, mi madre está integrando sus aciertos y sus errores. Está perdida. Habla mucho del trabajo, siempre hay huevos que juntar y niños que alimentar. Fue esa la historia que pudo construir.

De vez en cuando, lanza al Universo una frase clara: “—Hay diferentes formas de ver las cosas. Pero  a veces, no se las puede respetar— “. Y sí, a  todos nos salen las sombras de la competencia de vez en cuando.

Hay, sin embargo,  algo bueno y bello en esta historia: la madre anciana, con su pausa obligada, logra que las tres hermanas nos encontremos en su casa. A conversar entre mujeres, en pie de igualdad. Quizás aún asoman las rivalidades infantiles por la mirada de la madre. Pero ya las podemos nombrar. La madurez que asoma al amanecer de los 50 nos predispone al diálogo, a la escucha. En un modelo familiar que nos propuso ser idólatras del trabajo, la quietud de la madre hace que las tres hermanas podamos soltar nuestra hiperactividad insana, y que logremos disfrutar de la dicha de hablar de nuestros gustos, de nuestros sentimientos y emociones.

De equilibrar nuestro Yin y nuestro Yang.

De ser mujeres femeninas, al fin.

lunes, 20 de mayo de 2013

Inexorablemente, de a dos






20/05/13

Inexorablemente, de a dos

El era alto, panzoncito y buen mozo. Excelente varón.
Ella, regordeta y tímida. Corazón generoso y sano.
Los dos, muy sensibles. Hasta diría susceptibles, a veces.
Usaban corazas, ellos. Tenían miedo de amar y ser amados. Miedo a ser lastimados.
Y se hirieron. Mutuamente. Sin darse cuenta. De apurados, los dos. De inexpertos. De puro jóvenes que eran.
Se fueron lejos uno de la otra. Se vieron los dos con actitudes torpes y atolondradas. Y aprendieron a amarse desde la distancia. Una distancia que les permitió contemplarse y reconocerse. Saber que eran amantes desde el ser. Que ni mil adversidades podrían separarlos. Que amarse con toda la alegría del encuentro final era inevitable.
Y por fin, se juntaron. Y descubrieron el mundo y la vida, compartiendo amaneceres, neblinas y cóndores.
  

Esta es una sencilla historia de amor. La de tantos apresurados. De gente sencilla, como vos y yo.
Esto nos pasa por ser así.
Por puro jóvenes que somos.