lunes, 12 de agosto de 2013

Ser perspicaz


10/08/13


Ser perspicaz

El español es un idioma muy rico en matices.

Me encantan las palabras, es mi mundo.

Nacida en una familia de descendientes de europeos, de hábitos duros y rígidos, con su amor y su dulzura a la vez, me refugié en la lectura.

La perspicacia no estaba dentro de los valores de la cultura familiar. Se iba del extremo de desconfiar de los empleados siempre, o de los desconocidos, a confiar ciegamente en los allegados o en amigos. Craso error.

La perspicacia tiene que ver con el olfato emocional, con la intuición. Con el límite, con la prudencia. Con la calma, con la serenidad. Con el instinto de defensa aguzado y despierto.

Es relacionarse o estar “hasta ahí”, no demasiado cerca. Ni demasiado lejos como el desconfiado.

Es “ser vivo”, diferente de “ser avivado”.

Tener perspicacia es relacionarse con todo el mundo, hasta ese lugar donde ni puedo ni me pueden hacer daño.

Es observar, y soltar, la ingenuidad infantil que nos lleva a exponernos y transitar dolores innecesarios.

Es cuidarnos, protegernos a nosotros mismos.

En síntesis, ser perspicaz es amarnos.



Emma Violeta Chauvy Barolin

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