sábado, 23 de octubre de 2010

Permanecer y florecer

23/10/10

Permanecer y florecer

(A propósito de la resiliencia)

 

Somos esas flores silvestres del campo, del monte, de las quebradas.

 

Rojas, azules,celestes, violetas, rosadas, amarillas...

 

Somos hermanas de la vida, de la libertad, de la justicia del Sol que sale para todos con igual ternura.

 

Nos hermanamos con los pájaros y el viento, que con sus manos aéreas de sembradores nos llevan a ocupar nuevos espacios.

 

En invierno, casi todas nuestras hojas desaparecen, sólo unas pocas quedan para contarle a la Luna que seguimos soñando.

 

Sequías atroces nos asolan, lluvias torrenciales nos quitan el aire...nuestras raíces quedan cobijadas por la Madre Tierra, piel  a piel, corazón a corazón.

 

Con nuestro canto de colores, anunciamos los aires más cálidos, las lluvias mansas, las brisas que hablan de la paz.

 

Los niños y las niñas armonizan nuestros vivaces tonos con briznas verdes que respaldan las tenues fragancias de nuestros pólenes.

 

Algunos gente con alas en los pies que nos protege de las miradas ausentes de los hombres.

 

Desde otras dimensiones los duendes, los elfos y las hadas diseñan el devenir armónico de nuestra eternidad.

 

Somos los ojos de la vida. Somos la mirada de la Pacha Mama, que observa, inmutable, el derrotero de los astros en el infinito azul.

 

                                                       Emma Violeta Chauvy

viernes, 22 de octubre de 2010

La Luna y el Lucero me llevan de la mano por la vida, y la Madre Tierra me coloca coronitas de violetas en mi cabellera salvaje de mujer libre.

A mis 46

21/10/10

 

A mis 46

 

Soy una mujer sencilla, que toma mates en las mañanas en su cama blanca, cuida gatos callejeros y juega con niños vivaces que sueñan castillos en voz alta.

 

Cuelgo cortinas azules en las ventanas, pinto de rojo sillas humildes, pongo alfombras de violetas parlanchines en un piso antiguo.

 

Escucho la mùsica de los gorriones ciudadanos, riego flores decidoras de ternuras vespertinas, cosecho lechugas verdes y tiernas bordeadas de volados coquetos.

 

Veo crecer a tres hijos ya encaminados en el sendero de la virilidad y la honradez, y acompaño con mi mirada femenina sus pasos exploradores, firmes y curiosos.

 

Amo a mi hombre, descanso mi cabeza trajinada en su pecho robusto y entre sus manos sabias cada rincòn de mi cuerpo canta la tonada iluminada de la madurez plena.

 

La vida me regala palabras de pan y vino, para que yo a mi vez las desparrame con confianza de sembradora en los corazones àvidos de amor y belleza que la Luna pone en mi camino de mujer de octubre.

                                                 

                                                                                                               Emma Violeta Chauvy

lunes, 4 de octubre de 2010

Historia de una dignidad

28/09/10

Historia de una dignidad

Como un pimpollo de azahar, toma primero una forma redonda y blanca, levemente verde de primavera.

Junto a sus hermanas en promesa, guarda en su interior el perfume en ciernes de la compasión.

Crece en justicia, en misericordia, y cuando el perdón llama a su puerta, rompe primero en tímidos pétalos puros.

Después, la flor del singular aroma de la ternura destella al mundo su blancura de nieve demorada.

Con los tardíos días de octubre, el fruto cuaja.

El solsticio de verano lo ve crecer en presencia y en fluidez, en redondez verde de Madre Tierra.

Y cuando por fin va transmutando sus dolores ácidos en azúcares de alegría, nuevamente la mandarina amarilla de sol destila su néctar nutritivo para la humanidad.

Emma Violeta Chauvy Barolin

Paso Medina


Paso Medina

Paso Medina sobre la Ruta 6,
a unos kilómetros al Sur de La Paz,
sobre el Arroyo Feliciano.




El Feliciano quien junta las aguas de muchos arroyuelos paceños,
que transportan lágrimas de tristeza y alegría;
el perfume de la más variada vegetación
y el sonido del agua correr se entremezclan con la más
bella música que producen las Aves.
Paso Medina, la señal que estamos llegando desde el Sur
por un camino rodeado de campos y
unas pocas casas aisladas, muchas aun de adobe y paja
que parecen que hubieran crecido como salen
los hormigueros de la Tierra.



El puente, iluminado por la Luna llena es tu guía,
el puente iluminado por el Sol del amanecer entre la niebla,
hacen que esa mole de hormigón
también tenga su vida propia entre la vegetación que lo rodea.
Campesinos tienen cientos de historias que contar
entre fogones a la vera del arroyo
mientras que no le quitan el ojo a la boya
a la espera de un pez para su chupín del medio día.
Cada vez que llego, mi parada obligada,
los brazos de cemento del Puente
son como un cargador de pilas del Corazón
e inspiración fotográfica.



Cada vez que regreso, me despido y
un gualicho ingresa en mi sangre que me motiva regresar.








Dedicado a Emma , mi Amor


en su Cumpleaños
Ricardo Conrado Kimmich