lunes, 23 de diciembre de 2013

Espejo de Navidad




Espejo de Navidad

La mitología cristiana es muy rica y sabia.

Habla de una divinidad tan humilde y bella que encarna su amor en un bebé que nace en un cobertizo para animales.

Ese mismo niño hecho hombre, nos enseñó a no mirar la paja en el ojo ajeno, sino la viga en el propio. Esta metáfora nos dice que aquello que nos interpela, que nos molesta o que nos fascina en las personas con las que nos relacionamos, es lo que tenemos adentro, y que nos cuesta ver porque no tenemos aún aceitado el hábito de la mirada interior.

Este Jesús niño viene a mostrarnos nuestra alma divina.

Ese ser radiante de amor y belleza, también somos nosotros cuando nos conectamos con nuestra esencia.

Los mandatos sociales y familiares suelen alejarnos de nuestro camino interior. La orden es ser afectos al trabajo, a la perfección, a la sobreexigencia. En algún momento, temprano o tarde, nos damos cuenta de que ese no es el rumbo.

Comenzamos a anhelar la libertad interior y exterior, el aire, el vuelo creador. Y aparecen los espejos. Esas personas hermosas que nos inspiran, que nos abren mundos, que nos muestran quienes somos en realidad, cuando soltamos la falsa ilusión del ego.

El niño de Belén vino a eso, a recordarnos que también somos hermosos y libres, sanos y luminosos.

En mí y en vos está el poder milagroso de tomar las decisiones para seguir construyendo un mundo amoroso y feliz.

Este regalo, sólo vos te lo podés hacer. No hay otra.

 

lunes, 2 de diciembre de 2013

Acuarela de mujer

                                 Reloj tallado hace 12 años por mí, y pintado ahora por una de mis                                        hermanas, Ninette.

24/11/13
Acuarela de mujer

Celebro,
ahora,
mi femineidad encontrada.
Mi flor
de lirio silvestre,
amarilla.
Mi caracola matutina.
Festejo, feliz,
la delicadeza sutil
de mis manos,
sanadoras y puras.
Porque soy hembra
de raíces profundas,
en esta tierra fértil
que deshoja
perfumes de azahares.
Y doy a luz
milagros de amor
en mi cuerpo
embarazado de gracia.
Porque hoy
me encuentro mujer
plena
y sencilla.
Como la ola de mar
que en un instante es una,
y al momento es otra.
Y siempre,  siempre es agua.

Emma Violeta Chauvy Barolin






martes, 17 de septiembre de 2013

Dicen que el amor fue inmenso...


                                                        Princesita...otro estilo...!!!
 
 
17/09/13

Dicen que el amor fue inmenso…

Me llegó la historia a través de unos dichos.

El  cacique y la abuela alemana.

Recio, él. Esbelto y de pocas palabras. Llevaba a su tribu por caminos de paz y abundancia, con mano firme y segura. Con un toque dulce en sus ojos grandes. Pacífico y discreto. Y bien dispuesto.

Experta en el comercio y en el cultivo de la tierra, aprendido de los guaraníes, su tribu aparecía como una sombra en el paso obligado de otros pueblos en tránsito.

Ella, bonita y sencilla. Rubia y con ojos que destellaban brillos de agua, coqueta y femenina. De una anciana tía, había aprendido el arte de sanar con la escucha, la palabra y las manos. Serena, en la cocina sus manos alquímicas cocinaban carnes milagrosas y sopas que revivían a los caídos.

Coincidieron, un invierno, en la orilla de un arroyo que hoy llaman del Esquivel.

Los encuentros, respetuosos y frescos, se repitieron. Hasta que un día, allá por la quinta cita, quisieron seguir el camino juntos.

Mi ángel me contó que decidieron legar a una descendiente las mejores dotes de ambas sangres.

La mujercita, hoy, doscientos años después, habita mi casa. Su risa cascabelea tempranera junto a las luces del sol del equinoccio que se acerca con sus flores.

Dicen, que sus ancestros la cuidan con devoción poderosa, y llenan de amor y bendiciones a quienes la acompañamos.

Yo, sé  que es verdad.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Poniendo luz en las manipulaciones


03/09/13

Poniendo luz en las manipulaciones

Las manipulaciones son una forma muy sutil de dominio y manejo de la voluntad y la vida de otra persona pasiva, que se deja manipular. Ambas partes ganan atención, y pierden poder y dignidad.

Con hilos invisibles ejercemos nuestro poder sobre otro ser humano que tiene necesidad de afecto.

Cuando vemos afuera, en otros,  las manipulaciones, y nos molesta mucho, es porque también es un mal hábito nuestro que nos resistimos a ver.

Es usual que depositemos en el poder político el cartel de manipuladores por excelencia. O Cristina, o Moreno, o la oposición, o los medios, o los Estados Unidos o cualquier dictador que ande por ahí se lleva el título de manipulador. Sin atrevernos a ver lo real y profundo: que en nuestro interior también hay un “poder central” que tiene la vieja costumbre de manejar a otras personas.

Es muy desagradable vernos a nosotros mismos como manipuladores, por eso es más sencillo verlo en otros, afuera,  como siempre. Pero es infantil y más desagradable aún quedarnos en la negación. Y mucho más dañoso para nosotros y para los demás.

La enfermedad y la víctima son las formas más frecuentes de manipulación. Estos estados generan lástima y atención. Las personas nos conmovemos ante el necesitado, y nos halaga el ego sentirnos necesarios y ayudar al otro.

El enfermo, la víctima, se perpetúa en el rol, en un círculo vicioso,  salvo que despierte y se vea a sí mismo.

Esto funciona así para las enfermedades físicas, mentales y sociales.

El ser menesteroso es un estado que da lástima, y generalmente se perpetúa el rol. El que da se siente generoso y magnánimo, y el pobre sigue siendo pobre.

Y siempre que se es manipulador en una relación, se es manipulado en otro lugar. Por eso es bueno poner luz en este hábito nefasto en nosotros.

Hay una solución, como ya dije. Es desactivar esta conducta inconsciente en nosotros poniendo conciencia en esta forma de ser. Darnos cuenta de nosotros mismos en estos lugares. Estar atento a no repetirla. Y tomar distancia de quien nos manipula. Para no caer en sus hilos.

Papel, lápiz, y lista de relaciones cercanas. Introspección y examen de conciencia profundo y honesto.

La luz en nuestro espíritu es el camino al dominio propio y a la felicidad.

El Sol viene Asomando





lunes, 12 de agosto de 2013

Ser perspicaz


10/08/13


Ser perspicaz

El español es un idioma muy rico en matices.

Me encantan las palabras, es mi mundo.

Nacida en una familia de descendientes de europeos, de hábitos duros y rígidos, con su amor y su dulzura a la vez, me refugié en la lectura.

La perspicacia no estaba dentro de los valores de la cultura familiar. Se iba del extremo de desconfiar de los empleados siempre, o de los desconocidos, a confiar ciegamente en los allegados o en amigos. Craso error.

La perspicacia tiene que ver con el olfato emocional, con la intuición. Con el límite, con la prudencia. Con la calma, con la serenidad. Con el instinto de defensa aguzado y despierto.

Es relacionarse o estar “hasta ahí”, no demasiado cerca. Ni demasiado lejos como el desconfiado.

Es “ser vivo”, diferente de “ser avivado”.

Tener perspicacia es relacionarse con todo el mundo, hasta ese lugar donde ni puedo ni me pueden hacer daño.

Es observar, y soltar, la ingenuidad infantil que nos lleva a exponernos y transitar dolores innecesarios.

Es cuidarnos, protegernos a nosotros mismos.

En síntesis, ser perspicaz es amarnos.



Emma Violeta Chauvy Barolin

jueves, 25 de julio de 2013

Historia de un amor de entrañas

Perro culpable con cara de "yo no fui".

Un amor de entrañas...:)



12/07/13

Historia de un amor de entrañas

Miró a su ama con ojos de miel. El pasado quedaba atrás.

 

Había sido destetado a muy temprana edad. Apenas había mamado de la leche materna. Su dueño lo compró por mucho dinero. Era un cachorro precioso, con sus orejas grandes y lacias como las hojas de un sauce llorón.

Pronto había crecido. Y comenzaron los problemas. Por instinto y naturaleza, era un perro familiero y tribal. Necesitaba del afecto humano. La mano en la cabeza, los juegos a veces torpes y bruscos que hacen los perros y los hombres. Can Can ladraba él solo como toda una jauría. Era muy expresivo. Quería comer, o beber agua fresquita, o salir a la calle a soltar sus deshechos, y ladraba, fuerte y decidido. Apabullaba, con sus ladridos…

Su dueño, estaba cansado. Llegaba del trabajo, agotado, y el perro pedía atención…era demasiado para él. La casa era pequeña, y el cachorro muy vital…mala combinación.

Y además, el perro del vecino…Can Can se encontraba con él cuando se escapaba por el portón del fondo….y la gresca era segura.  Ambos perros competían por el mismo territorio.

Hasta que un día sucedió lo previsible. Los dos perros se encontraron en el fondo. Y fue la batalla, casi fatal. Can Can—Yavú, era su nombre en esa época, “Fuerte” quiere decir en un idioma ya olvidado—mostró los dientes mientras ladraba enfurecido. El mastín del vecino contraatacó. Los dos contendientes, con toda su sangre guerrera, danzaban la danza del dominio y de la muerte. El combate era parejo. Ninguno se exponía más cerca de lo conveniente. Sabían que la lucha no tenía final feliz para los dos.

La batalla se prolongaba, y Can Can, más joven y menos experimentado, se estaba cansando. Y erró. Largó un tarascón y mordió la oreja del rival. Este sintió tocado su honor perruno. Y con su instinto de lobo, fue a la garganta de Can Can. Mordió, seguro de la victoria. Clavó profundo los colmillos certeros. El cachorrón sintió que se ahogaba. Era fuerte la presión. Dolía. Mucho. Se sintió desfallecer. Los dientes no aflojaban. Y en un momento, sucedió lo inesperado. Can Can, con todo su instinto de vida, mordió la pata trasera del perro, que le quedó cercana. Ya no cejó.

Cerró sus ojos, y vio  a la gentil mujercita que le diera leche y queso el verano pasado. Sintió sus manos amorosas en la cabeza. Y percibió, con su imaginación canina, como sus manos potentes de hembra abrían la boca de su enemigo. Se quedó aferrado a esa imagen. Y sucedió el milagro. Las fauces del contendiente comenzaron a aflojarse. Can Can, poco a poco, empezó a respirar. Soltó la pata del perro, lentamente.

Ambos animales se alejaron, la dignidad a salvo.

Goterones de sangre salían de la garganta de Can Can. La muerte lo había rozado con sus alas blancas, y él había reconocido su fibra de guerrero.

Una mosca azul y brillante sobrevolaba su cuello.

Pero eso es relato de otro cuento.

 

Emma Violeta Chauvy Barolin

viernes, 28 de junio de 2013

Buenas noticias, o haciendo el Viaje del Héroe



17/06/13

Buenas noticias, o

Haciendo el viaje del héroe

 

Dos ángeles viajeros andan por La Paz.

Me los encontré hace un rato.

Estaban sentados en la vereda comiendo tortas negras. En la esquina del semáforo de la entrada. La esquina del noreste, frente a lo de Carlitos Jaime.

Pasaba yo para el puerto, y los vi con sus mochilas rojas y negras. Jovencitos, casi adolescentes aún. Sucios, pero luminosos. Nico y Franco, se hacen llamar estos ángeles. Hacen malabares con unas pelotas de tenis. Y reparten sonrisas y buena onda.

--¿Viajando? –fue mi pregunta para acortar las distancias. Y asienten.

--Suerte!!!—les deseé con mi sonrisa cómplice de mujer cuarentona.

A la vuelta de mi diligencia, mi corazón se conectó. Crucé la calle y les di un dinerillo.

Entablamos una pequeña conversación amena. Nico era el lenguaraz, y Franco le hacía el soporte.

Habían salido, Nico de Mendoza y Franco de La Pampa. Se encontraron en Córdoba, y llegaron a Iguazú.

Daban la impresión de no haber tenido una buena ducha caliente en una quincena. Hermosos, igual. Radiantes. Bellos. Sanos. Frescos. Y libres.

A veces, lloro. Lloro porque tengo miedo de ver esta hermosa Pacha Mama que amo, más triste de lo que la veo a veces. Y cuando le pido señales al Cielo de que mis sueños son el buen camino,  me contesta así.  

Y envía dos seres ricos, con olor a  intensidad, que me brindan una bocanada de amor, fe y esperanzas.

Mis ojos, cansados generalmente, tenían alivio y un  nuevo brillo cuando llegué a casa.

Las cosas vuelven a su lugar saludable y original.

viernes, 14 de junio de 2013

Decidir la vida de a dos


 
 

                                        Portarretratos vacíos...soltando el pasado...de a poco...
 
 
14 de Junio de 2013

Decidir la vida

Se sentía nerviosa. Tenía necesidad de moverse, de liberar esa cosa gris que le atenazaba los músculos de los brazos y las piernas.

Hacía días que estaba así. Inquieta, sensible. La vida la ponía en la encrucijada.

Prendió un cigarrillo. Nunca había fumado. Fue su primer y única seca. El asco le dio arcadas.

Se metió bajo la ducha, la mente volaba por Júpiter. No podía concentrarse ni disfrutar del baño tibio.

Era el momento de decidir entre  su antiguo amor de adolescencia, devenido adulto, o la nueva oportunidad que la vida le ponía enfrente.

Su nuevo cortejante era agradable al trato. Un poco charlatán, nada grave. Muy solícito y amable. Un caballero. Muy dulce y considerado. Y muy decidido.

Pero ella recordaba a su amor. Las noches de pasión en el reencuentro, los sueños, las ilusiones que nunca se habían llevado a cabo. Los bombones, las flores. No hubo viaje a México ni planes de a dos. Nada. Sólo palabras. Y dudas de parte de su viejo compañero. Nunca había respondido a sus pedidos de más intimidad. Siempre terceros. Agradables terceros en amenas reuniones. Pero intrusos al fin.

Y de pronto, la idea. Sencilla pero fuerte.

Tomó el portarretratos pequeño, con  su foto, que guardaba celosamente sobre la mesita de luz. Sacó la foto de su amor, y la puso boca abajo en un cajón, junto a los CD. Como en penitencia. Como el pueblo pone a sus santitos cuando no responden sus ruegos.

Ya no había imagen que convocara a los recuerdos.  

Tomó un té de manzanilla con miel.

El primero de los dos que llegara sería su amor de la madurez.

Ya no había gualicho ni maldición que la pusiera en duda.

Estaba aliada con el Universo.

Y se alivió. La pequeña acción decidida la había calmado.

Salió al patio, y empezó a escribir la nueva vida.

El sol salió entre las nubes oscuras de junio.

 


 

jueves, 30 de mayo de 2013

La pausa de los años


La pausa de los años

Hoy, tengo una madre viejita. Y dos hermanas mayores que yo.

Como todos los seres humanos, como cada familia, tenemos nuestras luces y nuestras oscuridades.

Con la particularidad de una progenitora que nunca pudo asumir su rol de madre de hijas adultas.

Siempre nos colocó en lugares de víctimas: a esta de los golpes de la vida, a la otra de la enfermedad, a la de  más acá del trabajo. Nunca pudo acompañarnos en la salud, para prevenir. Tener alguien sufriente y cuidarlo  era su razón de ser.

Hoy, mi madre está integrando sus aciertos y sus errores. Está perdida. Habla mucho del trabajo, siempre hay huevos que juntar y niños que alimentar. Fue esa la historia que pudo construir.

De vez en cuando, lanza al Universo una frase clara: “—Hay diferentes formas de ver las cosas. Pero  a veces, no se las puede respetar— “. Y sí, a  todos nos salen las sombras de la competencia de vez en cuando.

Hay, sin embargo,  algo bueno y bello en esta historia: la madre anciana, con su pausa obligada, logra que las tres hermanas nos encontremos en su casa. A conversar entre mujeres, en pie de igualdad. Quizás aún asoman las rivalidades infantiles por la mirada de la madre. Pero ya las podemos nombrar. La madurez que asoma al amanecer de los 50 nos predispone al diálogo, a la escucha. En un modelo familiar que nos propuso ser idólatras del trabajo, la quietud de la madre hace que las tres hermanas podamos soltar nuestra hiperactividad insana, y que logremos disfrutar de la dicha de hablar de nuestros gustos, de nuestros sentimientos y emociones.

De equilibrar nuestro Yin y nuestro Yang.

De ser mujeres femeninas, al fin.

lunes, 20 de mayo de 2013

Inexorablemente, de a dos






20/05/13

Inexorablemente, de a dos

El era alto, panzoncito y buen mozo. Excelente varón.
Ella, regordeta y tímida. Corazón generoso y sano.
Los dos, muy sensibles. Hasta diría susceptibles, a veces.
Usaban corazas, ellos. Tenían miedo de amar y ser amados. Miedo a ser lastimados.
Y se hirieron. Mutuamente. Sin darse cuenta. De apurados, los dos. De inexpertos. De puro jóvenes que eran.
Se fueron lejos uno de la otra. Se vieron los dos con actitudes torpes y atolondradas. Y aprendieron a amarse desde la distancia. Una distancia que les permitió contemplarse y reconocerse. Saber que eran amantes desde el ser. Que ni mil adversidades podrían separarlos. Que amarse con toda la alegría del encuentro final era inevitable.
Y por fin, se juntaron. Y descubrieron el mundo y la vida, compartiendo amaneceres, neblinas y cóndores.
  

Esta es una sencilla historia de amor. La de tantos apresurados. De gente sencilla, como vos y yo.
Esto nos pasa por ser así.
Por puro jóvenes que somos.

jueves, 9 de mayo de 2013

De otra galaxia




02/05/13              
De otra galaxia
Esta, con el don de la pintura. Aquel, de la música. Este otro, eximio fotógrafo. Aquel de allá, arquitecto de mundos de hadas. La de más acá, escritora. La otra, cocinera de  cuchara de oro. Aquí cerca, una diseñadora. Astrólogos, poetas… todos cultivando nuestro don como podemos, a los ponchazos.
Todos, con desafíos de relación. En la pareja, en la familia, en la sociedad. Casi ermitaños.
Con dificultades para encontrar el lugar justo para desenvolvernos.
Hijos de padres rudos, que nos dieron rumbos y mandatos rígidos, y casi sin aire bajo las alas para volar.
Crecimos como bonsáis. Retorcidos, robustos, fuertes. Sumamente flexibles, para adaptarnos a las condiciones adversas de nuestros respectivos mundos sociales.
Con los 30.000 desaparecidos, se fueron los más audaces, los que nos abrían el camino. Los que quedaron, tuvieron miedo. Algunos se encerraron en sus cuevas, otros se mimetizaron con el sistema.
Nosotros, ejercitamos nuestra cuota de rebeldía diaria en trabajos creativos, en nuestro medio laboral.
Todos, absolutamente todos, hemos recibido muchos palos. Y nos crecieron corazas duras de romper. Y las corazas se rompen por dentro…ahora que estamos más mansos y vulnerables, tenemos miedo de mostrar nuestro interior, tan magnífico, tan lleno de amor, ideas y sueños.
Y sí, somos mansos y pacíficos. Hasta cuando luchamos, somos delicados. Nos dejamos ganar, muchas veces, para que el otro no se resienta.
De vez en cuando, cuando nos encontramos dos o tres de la generación nacida alrededor de los sesenta, nos preguntamos unos a otros si venimos de otra galaxia. Y no tenemos respuestas.
Pero sabemos, que aquí y ahora nos sostiene la Pacha Mama. La valoramos, y ella nos ama.
Y sabemos que hoy, hoy, hoy…somos Humanos Divinos.
 
 
 
 

 

 

martes, 7 de mayo de 2013

Tormenta


07/05/13
Tormenta
Tensión en el aire.
 
Nubes quietas.
 
Un cielo cargado de enojos.
 
Por los atropellos. Por las tonteras de los humanos.
 
Y ella, la Pacha. Misericordiosa en su pureza…
 
Dos rayos quebrarán en tres el cielo.
 
La lluvia, benigna, lavará los pecados.
 
Habrá una nueva oportunidad.




 

viernes, 26 de abril de 2013

La niña de oro, o “la restauración”


La niña de oro, o “la restauración”

Una niña de oro se confundió una vez.

Un duende chocarrero la invitó a comer los frutitos del tala cuando  estaban verdes y ácidos todavía, en los comienzos de la primavera. No era aún la época de las mieles ni de los frutos perfumados, naranjas como el sol del atardecer.

Los frutos verdes hicieron su efecto.

La niña de oro perdió un ojo, una oreja y una mano. Se le cayeron como cae la carne seca y ya inservible.

Vagó por el monte noche y día. Su olfato estaba intacto, y le decía secretos mensajes esperanzadores que ella guardaba en su corazón.

Un día, triste ya de toda tristeza y angustiada hasta el caracú, caminando el camino de los virachos, vio una humilde y bella casita de barro.

Golpeó la puerta con timidez con la mano sana. Salió una mujer que era joven y vieja a la vez. La hechicera la hizo pasar, la sentó en su mesa y le sirvió un plato de lentejas con carne de conejo.

Luego le tendió un catre con cueros de oveja en un pequeño dormitorio pintado de rosa y blanco.

--Descansa, moza—le dijo, -- ya has llegado donde debías llegar--.

Al día siguiente le dijo:

--Hoy comienza tu sanación. Te sanas tu misma. Toma este polvillo blanco, es hueso puro  de pajaritos muertos después de la lluvia. Haz una pasta con tu orina y después te la colocas en tu ojo, tu oreja y tu mano perdida. Y luego ve a hablar con las campanillas violetas y el peine de mono que crece en el monte. Míralos con tu ojo enfermo, oye el murmullo de la brisa entre sus hojas y acarícialas con tu muñón. Siente su perfume de vida. Ellas te acompañarán en el camino, y de la carne sana nacerán tus nuevos sentimientos y tus nuevos sentidos.

Y sólo come frutos de algarroba por un tiempo, te darán el vigor y la pureza para crecer--.

Todo esto le dijo la mujer sabia, que era joven y vieja a la vez.

Pasaron diez lunas.

Y la niña de oro se parió a sí misma.

Sanó su carne y sólo le quedó una cicatriz violácea alrededor de sus antiguas heridas, para recordarle que debía ser precavida y cauta.

Y cuando se encontró de nuevo con el duende juguetón, éste le dijo:

--Estos fueron los caminos que eligió tu alma para crecer--.

Y le musitó al oído donde estaban, bajo tierra, los frutos secretos a los que sólo llegan los buscadores de la verdad de los hechos.

Emma Violeta Chauvy Barolin


martes, 23 de abril de 2013

La dificultad de los caballeros y las damas del Siglo XX de asumirnos hombres y mujeres


Las mujeres de la postguerra somos especiales.


Cocó Chanel, Golda Meir, Indira Ghandi, nos inspiraron.


Hemos soltado la actitud de sumisión al macho y nos hemos hecho fuertes.


Pero también nos hemos “pasado de rosca”.


Hemos aprendido a manejar el taladro, a discutir mano a mano con los albañiles y a poner límites en la familia. A manejar taxis.  A dirigir colegios.


Ante la pasividad emocional masculina hemos actuado el rol de Mujer Maravilla y de Mujer Pulpo también.


Y nuestro gran error ha sido rivalizar y competir con los hombres. Dominarlos sutilmente y manipularlos. Cuesta mucho ver esas sombras, no nos gusta hacerlo. Muchas veces las negamos infantilmente.


 Nos ha faltado humildad ante la inteligencia de nuestros pares y ante su forma de ser eminentemente práctica.


Y los hombres también han errado.


Descalifican y no consideran nuestra inteligencia sensible e intuitiva. Y nos han negado nuestro rol. La mujer tranquila, contenedora, sabia.


Y todo se ha enkilombado.


Y las mujeres nos hemos vuelto mandonas y quejosas ante la pasividad de los hombres y ustedes han perdido su cortesía, su capacidad de ser a la vez románticos y decididos. Se han metido en un mundo de mutismo interior. Confusos, perdidos. A veces verborrágicos en una inútil histeria casi femenina.


El desafío es que hombres y mujeres nos reconozcamos en un diálogo donde la pasividad y la acción conversen entre sí y se hagan carne en cada ser humanos.

Donde nos escuchemos desde corazones abiertos al otro. Y lo consideremos y lo valoremos.


Y hagamos pequeños, pequeños ajustes en nuestro interior. Para después readaptarnos en luz y conciencia unos a otros.

Como anillo al dedo.