domingo, 28 de octubre de 2012

Las azucenas florecen en Escorpio

 


28/10/12

Las azucenas florecen en Escorpio

La envidia es uno de los sentimientos más ocultos y negados de los seres humanos.

En alguna oscura célula de algún noble órgano, guardamos esos sentimientos de una infancia malquerida.

Cuando de pequeños no fuimos alentados y bien calificados, donde nuestra autoestima no fue cultivada, nos hemos sentido lastimados, mutilados. Donde algún padre o alguna figura de autoridad nos hirió cuando niños, allí nos sentimos menos. Y dejamos de ver la luz interior y empezamos a mirar para afuera.

Y envidiamos los mimos que la madre hace al hermano, envidiamos las habilidades de los primos y primas, envidiamos el buen vestir de los amigos.
De adultos, envidiamos la finura de aquella, la fama de este, hasta envidiamos la libertad de aquel otro.
Con comentarios insidiosos y arteros, expresamos nuestra oscuridad.

En algún momento de la vida, despertamos. Y todo cambia.

Reconozco mi envidia, y me hago responsable de ella.

Empiezo a sanar cuando me doy cuenta de que yo también puedo.
La envidia es la punta de una soga en cuyo otro extremo está el legítimo deseo. El deseo sano de ser reconocidos como diferentes. Como un ser único, exclusivo, con sus particularidades y su ser especial. Criaturas divinas como somos todos en esencia. Cuando digo divino, digo ser dueños de un don y una gracia mágicas que nos hacen insustituibles en el concierto de la Vida.
Y nos atrevemos. Y nos animamos. Y comenzamos a estudiar, a danzar, a escribir, a cultivar nuestro don y nuestro arte personal. Y nos miramos y nos vemos a nosotros mismos, y nos reconocemos en lo más profundo de nuestro ser.

Y la envidia se diluye porque ya no tiene sentido, porque ya veo mi luz y la sostengo.

Y soy yo con mi don, y vos sos vos con el tuyo, y ambos nos complementamos en integridad.

Y vuelvo a ser como una azucena pura en flor, con mi fragancia en noche de luna de Escorpio.

domingo, 21 de octubre de 2012

Madre Tierra hecha salud


Plantitas de fumaria, pequeñas flores blancas...
La hierba que está en primer plano, en la maceta, es parietaria.





21/10/12

Madre Tierra hecha salud

...sientes que la Tierra es tu madre,
más que la anciana triste
que espera en el camino,
tu regreso del campo.
Es madre de tu madre
y su rostro es una piedra
trabajada por siglos.”

Digo la mazamorra”, de Antonio Esteban Agüero.
Música, de Peteco Carabajal.

Hoy me celebro en mi amor incondicional hacia mi misma, y celebro la Madre Tierra.

Hasta hoy, he vivido una vida intensa en emociones, de las lindas y las no tanto.

Hace un par de meses, Elita, una yuyera experta, me indicó fumaria y parietaria, dos hierbas para limpiar el hígado.

En el hígado se asientan los enojos no transitados, los resentimientos, los rencores infantiles, las iras, y desde allí contaminan todo el cuerpo.

Según la Teoría de la Relatividad, toda energía se transforma en materia, y viceversa.
E=m.c2, dijo el genio. Así, la energía de nuestras emociones oscuras se vuelve materia, barro biliar, cálculos de vesícula y cosas peores con el tiempo. Pura física y química.

Esta primavera, estoy en un proceso de profunda limpieza interior. Con las hierbas mencionadas y otras más, he hecho pócimas sanadoras...amaaaargo el brebaje, pura clorofila, pura luz de sol y elixires de la tierra hechos materia.
Han surgido a mi consciencia antiguas vejaciones, y pude perdonar y soltar aquello que guardaba inconscientemente en mi cuerpo.
También vi que abajo del rencor y el resentimiento estaba la tristeza, y al poder darme permiso para entristecerme y llorar, voy sanando mis heridas.

Recuerdo haber escuchado en un curso que el meridiano energético de los ojos pasaba también por el hígado (corroborar con gente experta).En este proceso, mi visión ocular ha ido mutando, días en que veo más y días en que veo menos.

El proceso de perdón es fundamental en todo esto: “Lo siento. Perdóname. Te amo. Gracias”. Son mis palabras de cada mañana. Y suelto lo que ya no sirve, los viejos trastos de la mente que invadían mi cuerpo y lo esclavizaban.

En este Día de la Madre, quiero agradecer a la Pacha Mama tanta delicadeza para conmigo, y a mi Madre Interior que me enseña a cuidarme, a contenerme y a amarme día a día con más incondicionalidad.

martes, 9 de octubre de 2012

La más chica

09/10/12

La más chica
Su condición de hermana menor la paralizaba. Su padre y su madre no la registraban. Solo veían a su hermana mayor, la díscola. La mayor, la alumna excelente que quería ser diseñadora de modas. Sólo la mayor, la zurda, la comunista, la que se había enamorado del chico brasilero que hacía capoeira.
La chica quería ser importante. En el fondo, sólo a los ojos de su madre. De la matriarca.
Todos abogados, los hijos. Como el padre. Ni la mayor había podido zafar del mandato familiar. Y la madre metiéndole los cuernos al padre con el escribano. A la luz del día. Tomando café en Cenci, con el escribano.
La chica sospechaba que la hermana mayor era hija del amante. Por eso le tenía bronca. Era la humillación del padre.
Por eso la mató. Por eso apagó la estufa y dejó salir el gas.
Envidia. Eso era. Pura envidia era la menor de las hermanas, la abogada en potencia.
No contó con el dolor de sus padres, luego del supuesto suicidio de la mayor. No contó con la testigo que registró todo. No contó con la justicia divina.
Cargo de asesinato, 30 años después. Fratricidio, la palabreja la atormentaba.
Fué a juicio oral y público, con una extraña vincha blanca. Dijo que era de la hermana muerta. Que era una promesa.
La basílica se le cayó encima: la muerta estaba viva, después de todo.
La justicia de la vida; todo lo que sube, baja, había escuchado a la bruja vieja.
Y así fue. Sin muchas vueltas, la condenaron a perpetua. El pueblo entero se alegró.
Comenzaba la nueva época.


Hoy, salió un cuento macabro, con final mas o menos feliz. Parece que mi discurso es más flexible de lo que yo pensaba. Esto parece Dostoievsky en versión cuento, todo por dos pesos...