domingo, 21 de noviembre de 2010

Tierra y Sol

21/11/10

 

Tierra Mujer

 

Doncella y madura, grávida de vida infinita, gira alrededor del Sol, su Rey, amándolo eternamente.

 

La Luna, su nodriza, vela su descanso nocturno con pasión y amor de tía soltera aún.

 

Envuelta en un capullo de nubes vaporosas, viaja solemne por una avenida de estrellas.

 

Provista de una perfecta cápsula etérea, guarda en ella el agua necesaria para regar desiertos, montañas,  llanuras y selvas, en su exacta medida.

 

Pone sabia ternura en cada una de sus criaturas, por minúscula que sea, y a cada una le da una misión, un sentido, un quehacer sagrado.

 

Tiene hijos especiales, los hombres y las mujeres de la Tierra, creadores a veces de belleza, a veces de dolor. Construye con paciencia de madre límites saludables con ellos, donde Una y Otros se respetan con cariño.

 

Su Rey la acaricia con suavidad de amante en todo momento y penetra hasta su interior con sus rayos cálidos, que ella recibe con gozo de hembra.

 

Devuelve ese amor con miradas  de flores que atraviesan el espacio sideral, enlazados los dos en un romance sin fin que inspira  al Universo entero.

 

                                                   Emma Violeta Chauvy

lunes, 15 de noviembre de 2010

Paso Medina - Puente de la Vida

15/11/10

 

Puente de la Vida

 

Antiguo, estoico, sólido.

Generoso en su dejar pasar.

Ostenta tres bellos arcos que le dan aire y estructura.

Une tierras firmes, habitadas por trinos gentiles de calandrias y palomas, verdes luminosos de sauces y talas, pasos cautelosos de virachos y carpinchos osados.

En la orilla Oeste, enseño juegos viejos y nuevos a niños tranquilos y vivaces, que hacen de la carencia su fortaleza y fuente de crecimiento.

En la margen del Este, me solazo con mis compañeros de camino en la arena blanca, apenas hollada por una garza elegante y discreta.

El arroyo Feliciano discurre así, particular, desde el Norte hacia el Sur.

Hoy apacible, alguna vez tumultuoso y desbordado por las lluvias, como lo he visto.

Su vida interior alimenta a vecinos y visitantes: dorados brillantes, moncholos bigotudos, tarariras que se defienden con sus dientes afilados  al agresor, pícaras mojarritas, cangrejos en eterno retroceso que esconden avances ocultos.

Su cauce es único, con profundos remolinos que tragan al desprevenido, y aguas mansas donde refresco mi cuerpo transpirado de sol.

En las noches de enero, la Luna y el Lucero acompañan a las estrellas en su vigilancia atenta y solidaria.

Respeto profundamente este lugar con su arroyo y su transcurrir, creados por la Naturaleza así, para enseñarme la cautela, el descanso y la alegría de vivir.

                                          

                                       Emma Violeta Chauvy

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La conciencia de ser aromito

03/11/10



La conciencia de ser aromito



Acerca de la individuación y la diversidad.

Nuestra vida interior aveces se semeja a un árbol, con sus raices en la oscuridad calida de la madre Tierra y sus hojas que hablan con el infinito de afuera ...

Hay árboles que dan frutos que alimentan, algunos que dan buena madera, otros proveen de sombra al peregrino.

El aromito de nuestro bosque espinoso, maneja otras sutilezas.

De escaso porte y buenas raíces, posee espinas de tamaño mediano para cuidar distancias saludables.

Sus hojas, que no caen en invierno, son usadas en cocción por los paisanos para curar infecciones severas y cicatrizar heridas, tanto en la piel como en el estómago. Su follaje también es comida para cabras vivaces y virachos del monte.

Sus flores amarillas y perfumadas de libertad, anuncian la primavera que recrea la vida.

Y son los aromitos, los renuevos como los llamamos en mi tierra, los pioneros que retoñan cuando el monte ha sido talado, dejando en blanco sobre negro la supremacía de la Naturaleza por sobre la mano y el corazón poco reflexivos del hombre apresurado.




Emma Violeta Chauvy