jueves, 3 de marzo de 2011

De heridas y saludes


02/ 02/11


De heridas y saludes


No sólo los insultos hieren.


También rompen la piel del alma la indiferencia hostil, el abandono desolador, la negación del valor del otro y su camino, sean intencional o no.


Desgarran las palabras arteras, la envidia oculta en el sarcasmo, las rivalidades encubiertas en el desprecio repetido y sutil.


Nos deshilachamos en tristeza ante la mirada que no mira ni ve, el oido que no escucha ni interpreta, la palabra que deslegitima y anula, el silencio ante el pedido de presencia.


Hieren la ausencia de calidez humana, de mano suave, de abrazo hermano.


Aliena la aceleración elegida como hábito que no nos deja acompañarnos y mostrar nuestra divinidad humana.


Lastiman las corazas que no dan lugar al acercamiento tan esencial a la especie.


Y allí están ellos, siempre ellos. Zeus y Gaia.

El , tan cálido con su caricia dorada. Con su calor dador de naranjas jugosas, aguas tibias de arroyos y girasoles mandalicos. Con toda su corte de planetas bailando a su alrededor, dándonos sus energías sutiles y determinantes de desafíos y fortalezas.

Ella.Presta al tierno consuelo, con su tacto áspero e ineludible.


La Pacha. Mansa, oscura, mujer. Con la palabra amiga que aparece en el momento justo y en el lugar oportuno, para que las lágrimas puedan lavar el dolor y llevarse el resentimiento.


Ella, con sus regalos atentos de rojas verbenas silvestres y grillos en concierto de verano, que nos legitiman y nos honran como seres humano integrados.

Todavía tan ignorada, tan poco entendida, tan maltratada, tan desconocida.


Tan ignorada, tan poco entendida, tan maltratada, tan desconocida.


Tan sabia, tan generosa, tan perdonadora, y tan amante, tan... siendo siempre ella.


A las fieles amigas y amigos que en mis tiempos de desafíos siempre están allí para decirme que las humanas y los humanos aún existimos, pese a los intentos de negación de nuestra sana identidad de especie. Y a Tata Inti y la Pacha Mama, Gaia, que nos inspira, nos nutre y nos hacen guerreras y guerreros del amor y de la vida.


Pido perdones una vez mas por las heridas que infligí, aunque no sean a veces bien recibidos ni comprendidos.


Y perdono día a día las heridas que recibí y que Tata Inti y la Pacha Mama se encarga de sanar.


Propongo la distancia como actitud ante el maltrato.


Y digo que este mundo es mejor si somos concientes y reconocemos las veces que herimos y nos herimos, y si tomamos distancia saludable de las personas que nos hieren con sus actitudes. Y por sobre todo, de nuestros propios aspectos que nos lastiman.



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