lunes, 4 de octubre de 2010

Historia de una dignidad

28/09/10

Historia de una dignidad

Como un pimpollo de azahar, toma primero una forma redonda y blanca, levemente verde de primavera.

Junto a sus hermanas en promesa, guarda en su interior el perfume en ciernes de la compasión.

Crece en justicia, en misericordia, y cuando el perdón llama a su puerta, rompe primero en tímidos pétalos puros.

Después, la flor del singular aroma de la ternura destella al mundo su blancura de nieve demorada.

Con los tardíos días de octubre, el fruto cuaja.

El solsticio de verano lo ve crecer en presencia y en fluidez, en redondez verde de Madre Tierra.

Y cuando por fin va transmutando sus dolores ácidos en azúcares de alegría, nuevamente la mandarina amarilla de sol destila su néctar nutritivo para la humanidad.

Emma Violeta Chauvy Barolin

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