jueves, 10 de enero de 2013

Mi amor, el corazón



  Mi amor, el corazón
Ya pasaron casi 10 años en que no ejerzo como médica.
Me costó mucho dejar la profesión.
Comienzo de a poco a ser la sanadora que soy, desde mi presencia y mi ser. “Me gusta como cura usted, así, de palabra”, me dijo una vez un viejito que era mi paciente. A la antigua, como las viejas médicas charrúas y guaraníes.
Siempre fui preventiva, me gusta sanar el trauma antes que se instale el daño.
Cuando hay en un adulto un trauma infantil, una humillación, una deshonra, hay que sanarlo en el ámbito de lo espiritual, de lo mental, cambiar los pensamientos y la mirada emocional, para así evitar que se instale en el cuerpo como síntoma o enfermedad. El trauma, el conflicto no resuelto en la mente, como debe ser, algún lugar energético tiene que ocupar. Y generalmente ocupa algún órgano en el cuerpo, donde da lugar a la enfermedad.
Usualmente, el trauma asienta en el corazón, al principio.
Así, nos duele el pecho, nos atenaza el alma, nos quema el corazón. Las sensaciones son reales, sentidas físicamente. Hay receptores químicos que reaccionan con la adrenalina en exceso y otros tóxicos internos, generando el síntoma en el pecho.
Existen pequeños músculos torácicos que se contraen con estos mediadores químicos y se produce el dolor de la angustia.
Muchas veces el llanto hace cesar el síntoma. Cuando hay otra persona que acompaña, puede poner la mano izquierda abierta en el pecho, conteniendo y sosteniendo, y la otra hace caricias en círculo sobre la espalda, y también el dolor se evapora, y el conflicto vuelve a la mente, para ser digerido.
Un abrazo cordial...es terapia intensa de lujo. Sana, contiene, libera...equilibra, da amor, fe y esperanza.
La palabra “cordial” viene de “cuore”, debe ser latín.
Una vez, escribí una síntesis precisa: “El corazón está hecho para amar, los brazos para abrazar y las manos para acariciar”.
El chakra o centro energético que reside en el corazón, es el que da su amor y su energía a los brazos y a las manos.
Cuando cocinamos con nuestras manos y brazos, con conciencia de amor, esa comida no sólo alimenta, sino que también nutre.
El corazón es a la vez un órgano eléctrico y mecánico.
El cerebro manda su delicada y precisa inervación desde los sistemas simpático y parasimpático, cuyos centros residen en el tronco encefálico, la parte “automática” del cerebro..
Tan automática no es, en realidad. Ya que está modulada por centros cerebrales superiores, el lóbulo límbico. Que manejan el sistema emocional a través de sutiles neurotransmisores, sustancias químicas endógenas.
A su vez, el lóbulo límbico recibe influencias de vías nerviosas, de la corteza cerebral, la parte que piensa. Y la corteza está a su vez bajo el influjo de la mente, que es un órgano energético que nos abarca todo el cuerpo, y más allá de él, regulándolo.
Pero el corazón es un órgano independiente de la mente, en un punto. El corazón ama, y ama porque sí. Tiene un campo electromagnético 5000 veces mayor que la mente. El amor del corazón llega más lejos que el amor de la mente.
Primero hay que amarse a uno mismo en intensidad e integridad, es decir tal cual somos.
Y cuando el amor de la mente se alinea con el amor del corazón, entonces es la epifanía, el Paraíso en la Tierra.

Dra. Emma Violeta Chauvy Barolin



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