sábado, 7 de julio de 2012






05/07/12



Con Adán en el Paraíso

Hoy, Sol.


Amaba a Adán.

Me interesaba conocerlo más.

Sabía de sus bellezas, de sus admirables capacidades, de sus límites. Pero no sabía de sus emociones. Me interesaba conocerlo más, repito.

Como mujer, conocía mis humores. Conocía que la Luna Nueva me traía paz, y el Cuarto Creciente se acompañaba de añoranzas de no sé qué.

Con Adán, comíamos frutos, sueltos de cuerpo y alma. Moras, mandarinas silvestres, frutitos de tala, mburucuyás. En todas las estaciones había gustos diversos y sabrosos.

Hacíamos largas siestas amándonos bajo los arbustos de ligustrinas en flor. Con su fragancia nos invitaban a la sensualidad y al goce.

Nos fascinaban los trinos de las aves. Cuando escuchábamos el canto de las tacuaritas, las seguíamos con cautela y alegría de niños para mirar sus delicados huevitos jaspeados de dulzura.

En los arroyos, nos deleitábamos con el sonido del agua, delicada y frágil.

Mirábamos en el cielo, como un nubarrón oscuro le decía secretos a una nubecita tierna y recatada.

Jugábamos a inventar nombres a los animalitos nuevos que cada día aparecían.

Cada tanto, nos encontrábamos con las serpientes. Eran sabias, profundas, intuitivas. Vitales. Nos contaban las maravillas del monte y sus misterios. Sabían las virtudes de cada árbol y cada planta. Conocían que frutos podíamos comer y cuales eran buenos sólo para los pájaros.

Adán solía aburrirse enseguida, me decía luego que las serpientes eran charlatanas. Creo que tenía celos de ellas.

O quizás competía.

Con mi amado, la rutina era comer, jugar y gozar del amor.

Yo necesitaba algo más. Conocer los orígenes y las causas, los devenires y los caminos de Dios. Si éramos sus hijos...!!!

Y si éramos hechos a semejanza de Él, porqué no conocer y disfrutar del saber con Él? Porqué no tener el placer de descubrir los enigmas de la creación, como creaturas suyas?

Porqué no acompañarlo en la creación con nuestros deseo, y nuestra mente poderosa? Porque estar siempre bajo la pata del Altísimo?

El día fatídico del oprobio, aún hoy no lo puedo comprender.

Porqué Adán me acusó a mi y porqué yo acusé a las serpientes, si éramos todos Uno?

Tamaña división, me animo a pensar, fue obra del Creador para desafiarnos a más. Sólo puedo pensar bien de Él.

Fueron odios ocultos? Competencia desleal? Deseos de figuración? Fuimos, los dos, alcahuetes del Supremo?

Todavía estoy resentida con Adán. Me enoja su inmadurez, que interpeló la mía. Me da bronca su pequeñez moral de tirar la piedra y esconder la mano. Me indigna que haya sido tan chiquilín.

Aún así, lo amo. Sé que elegí ser mujer y él eligió ser hombre. Sé que las mujeres vamos adelante con el coraje, la osadía de reconocernos. Y los hombres van atrás, dispersos por el fútbol, la política y los dineros. Y la figuración. Pero nos aman...

Les cuento? Tengo una gran esperanza...Que un día de estos juguemos un truco de a cuatro. Adán y yo contra Dios y la serpiente bicéfala.

Para mi, que va a haber empate.

Y si no hay empate, lo inventamos entre los cuatro.

Todos lo deseamos.




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