lunes, 15 de noviembre de 2010

Paso Medina - Puente de la Vida

15/11/10

 

Puente de la Vida

 

Antiguo, estoico, sólido.

Generoso en su dejar pasar.

Ostenta tres bellos arcos que le dan aire y estructura.

Une tierras firmes, habitadas por trinos gentiles de calandrias y palomas, verdes luminosos de sauces y talas, pasos cautelosos de virachos y carpinchos osados.

En la orilla Oeste, enseño juegos viejos y nuevos a niños tranquilos y vivaces, que hacen de la carencia su fortaleza y fuente de crecimiento.

En la margen del Este, me solazo con mis compañeros de camino en la arena blanca, apenas hollada por una garza elegante y discreta.

El arroyo Feliciano discurre así, particular, desde el Norte hacia el Sur.

Hoy apacible, alguna vez tumultuoso y desbordado por las lluvias, como lo he visto.

Su vida interior alimenta a vecinos y visitantes: dorados brillantes, moncholos bigotudos, tarariras que se defienden con sus dientes afilados  al agresor, pícaras mojarritas, cangrejos en eterno retroceso que esconden avances ocultos.

Su cauce es único, con profundos remolinos que tragan al desprevenido, y aguas mansas donde refresco mi cuerpo transpirado de sol.

En las noches de enero, la Luna y el Lucero acompañan a las estrellas en su vigilancia atenta y solidaria.

Respeto profundamente este lugar con su arroyo y su transcurrir, creados por la Naturaleza así, para enseñarme la cautela, el descanso y la alegría de vivir.

                                          

                                       Emma Violeta Chauvy

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