Ella,
sencilla, cálida, contenedora. Silenciosa y de oídos abiertos al
compañero.
Él, solícito, viril, alegre, afectuoso. Decididamente decidido.
Dialogando
ambos, lentamente, un encuentro de almas. Con idas y vueltas, con marchas y
contramarchas.
Con
desafíos, con creatividad, con dulzura.
Con amor, fe y esperanzas.
Y nuevas
generaciones que hacen del amar una delicia, que renuevan un arte
milenario…
Soltando
viejos miedos, disipando dudas inútiles.
Comunicándose
con gestos, con palabras, con detalles de cortesía humana y divina a la
vez.
Exponiendo
toda su luz al fuego de las estrellas, para que templen su ser, su espíritu, sus
emociones.
Renovando
contratos cósmicos, en una fresca alianza de corazones animosos, que recrean,
una vez más, la magia de la
vida.
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