Portarretratos vacíos...soltando el pasado...de a poco...
14 de Junio
de 2013
Decidir la vida
Se sentía nerviosa. Tenía necesidad de moverse, de liberar esa
cosa gris que le atenazaba los músculos de los brazos y las piernas.
Hacía días que estaba así. Inquieta, sensible. La vida la
ponía en la encrucijada.
Prendió un cigarrillo. Nunca había fumado. Fue su primer y
única seca. El asco le dio arcadas.
Se metió bajo la ducha, la mente volaba por Júpiter. No podía
concentrarse ni disfrutar del baño tibio.
Era el momento de decidir entre su antiguo amor de adolescencia, devenido
adulto, o la nueva oportunidad que la vida le ponía enfrente.
Su nuevo cortejante era agradable al trato. Un poco
charlatán, nada grave. Muy solícito y amable. Un caballero. Muy dulce y
considerado. Y muy decidido.
Pero ella recordaba a su amor. Las noches de pasión en el
reencuentro, los sueños, las ilusiones que nunca se habían llevado a cabo. Los
bombones, las flores. No hubo viaje a México ni planes de a dos. Nada. Sólo
palabras. Y dudas de parte de su viejo compañero. Nunca había respondido a sus
pedidos de más intimidad. Siempre terceros. Agradables terceros en amenas
reuniones. Pero intrusos al fin.
Y de pronto, la idea. Sencilla pero fuerte.
Tomó el portarretratos pequeño, con su foto, que guardaba celosamente sobre la
mesita de luz. Sacó la foto de su amor, y la puso boca abajo en un cajón, junto
a los CD. Como en penitencia. Como el pueblo pone a sus santitos cuando no
responden sus ruegos.
Ya no había imagen que convocara a los recuerdos.
Tomó un té de manzanilla con miel.
El primero de los dos que llegara sería su amor de la
madurez.
Ya no había gualicho ni maldición que la pusiera en duda.
Estaba aliada con el Universo.
Y se alivió. La pequeña acción decidida la había calmado.
Salió al patio, y empezó a escribir la nueva vida.
El sol salió entre las nubes oscuras de junio.
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