28/08/12
La Mansa
Llegó a mi patio con la cola entre las patas, pidiendo algo...algo...
Si algo me conmueve, es un ser humano o un animal que ha sido humillado y lastimado. Quizás porque viví la humillación de niña, quizás sencillamente porque mi alma no perdió su dulzura entre tanto ajetreo...
“Apprivoise moi”, dijo el zorro al Principito.
“Domestícame”.
Y comencé como dice este maestro del amor y las relaciones. Me acerqué despacio, le hablé con ternura...cada día un poco más cerca.
Casi todas las siestas viene a pedirme su porción de carne.
No sé, se asemeja mucho a mí.
Necesito ser aceptada y valorada con todo mi bagaje interior, que es extraño y rico a la vez. Necesito que se me acerquen despacito, paso a paso, para crear la confianza que tanto me faltó y que ahora reciclo en mí.
Hoy La Mansa comió de mi mano. Y después me festejó y se revolcó sobre su lomo de perra callejera.
Una tacuarita trina en el tapial, buscando un lugarcito especial para hacer su nido.
La lluvia que pasó esboza su perfume.
Todo vuelve a su orden primero y esencial.