Radamel y su elegancia felina |
La llegada
De mala manera, la mujer ya cansada
e irritada la arrancó de la teta de su madre.
Pequeñita, gimió su queja digna y
felina.
Se sintió arrojada al invierno frío
e inhóspito.
Y sintió eso. La fuerza interior de
sus ancestros gatunos que la amaban desde su corazón de minina.
Negra, renegrida, azabache, sus
ojitos celestes imaginaron el calor de un hogar y la caricia sanadora.
Desde su caminar sin rumbo, sintió
el llamado de un nido amante que la esperaba. Maulló, maulló esperanzada frente
a la ventana cerrada.
Y sucedió el milagro. Un jovenzuelo soñoliento
y dulce abrió la falleba y la tomó de la pancita suave y peluda. Se sintió
amada.
El chico, en boxers con duendes la
llevó a la cocina y le entibió leche. La minina sació su sed de madre en un
instante.
Después, se acurrucaron juntos en la cama y comenzaron a vivir esta historia
de amor que recién comienza.
Esta es la historia verdadera de Radamel, mi gata negra, y mi hijo
segundo, Francisco. Dedicada, con amor, a ellos dos.
PRECIOSA Historia .. saludos RICKY
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